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MANSORY BEL AIR
Hubo un tiempo en que los coches aristocráticos eran únicos. Sus nobles propietarios estaban convencidos de que su diseño era tan personal como el carácter de su comprador, y es por eso que por regla general, a excepción de chasis y motor, el conjunto era diseñado por un carrocero de prestigio, que cual sastre, realizaba un traje completamente a medida siguiendo las indicaciones de su cliente.
Con el tiempo, ese hábito se ha ido perdiendo, y salvo contadas excepciones, el método de producción en grandes series ha terminado por crear automóviles totalmente clonados, donde la única posibilidad de personalización se limitaba a escoger la piel de los asientos o el color de las alfombrillas.
Como corresponde a su estirpe, Rolls Royce fue una de esas grandes casas cuyos propietarios recurrían a prestigiosos carroceros (Jonckheere, Labourdette Vutotal, Hooper, Gurney Nutting, James Young, Barker, Mulliner, Park Ward, Freestone & Webb, Brewster, Vanden Plas...) para crear un “traje” personal e irrepetible. Esta posibilidad se ha visto reducida en la actualidad, aunque aun existen alternativas para que su Rolls se distinga del resto.
Una de esas alternativas la propone el preparador germano Mansory, habitual de estas páginas, que bajo el nombre de Bel Air -un lujoso barrio de Los Angeles-, nos ofrece la experiencia más lujosa en forma de descapotable, con permiso del Bugatti Veyron Grand Sport.
La base de partida es el Drophead Coupe, un modelo de por si ya bastante exclusivo dentro de la familia Rolls Royce, y cuyo principal atractivo reside en un peculiar kit de carrocería, unas enormes ruedas con llantas extremadamente brillantes y un habitáculo profundamente rediseñado.
El kit de carrocería, fabricado en PU-RIM, presenta un aspecto algo más “agresivo” de lo que suele ser costumbre en un Rolls, con llamativas tomas de aire y spoilers supletorios en paragolpes y faldones laterales. Aun así, no llega a desentonar en el conjunto, consiguiendo un aspecto que de alguna manera llega a ser una mezcla entre inquietante y agradable.
Construidas en una sola pieza, las enormes llantas de 22” se comportan casi como verdaderos espejos que reflejan todo lo que rodea al Bel Air. Sus generosas dimensiones obligan al montaje de un calzado igualmente generoso -en este caso unos SP Sport Maxx en 305/40 que la firma Dunlop desarrollo para la ocasión-, al tiempo que permiten alojar un sobredimensionado equipo de frenos con discos de 412 mm y pinzas de 6 pistones, desarrollado en colaboración con la casa Brembo.
Contradiciendo el estilo habitual de la firma británica, Mansory ha rediseñado -en lo tocante a materiales y colores- el habitáculo del Bel Air, prescindiendo de la madera y dejando paso unas finas pieles de curioso grano.
Por el momento no disponemos de datos sobre el precio a pagar para hacerse con alguno de estos Bel Air, aunque seguramente no suponga ningún problema para cualquiera de los residentes del lujoso barrio californiano o para propietarios de Rolls Royce.
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